MERIDA (Badajoz) Viaje de ida y vuelta.

Hacía años que no saliamos los dos solos de viaje. Siempre había algún motivo que nos lo impedía y lo dejábamos para otra ocasión, pero esta vez lo habíamos decidido. Ivamos a emanciparnos, aunque solo fuesen cuatro días.
Punto de partida: Valencia.
Punto de destino: Mérida.
Fecha: Puente del Pilar.
Esta vez no utilizaríamos el automóvil como siempre hemos hecho. Haríamos una excepción e iríamos en tren, descansados.
Lo primero, buscar alojamiento. Internet nos facilita la elección y después de comparar varios hospedajes, nos decidimos por el que parecía ofrecer la mejor relación entre calidad y precio, así que llamamos al Hostal-Residencia y ¡Bingo! Sí que tenían habitación libre. La dejamos medio reservada en espera de que en el tren hubiesen hubiesen también plazas vacías para el viaje. Llamamos a RENFE y como sí las había, compramos inmediatamente los billetes de ida y vuelta y a continuación confirmamos la reserva de la habitación. (No nos cobraron nada por adelantado).
Tren ARCO 697 García Lorca, con servicios de cafetería, video, música y aseos.
.-No está nada mal.-pensamos-.
Día 9 de Octubre; Valencia; 11'30 a.m.; Estación del Norte. Llega el tren Arco procedente de Barcelona con destino Badajoz y Sevilla y con él, la primera sorpresa en los tablones de anuncios:
el vagón cafetería no viaja a Badajoz sino que en Alcazar de San Juan se divide el tren y coge rumbo a Sevilla quedandonos la mitad del trayacto sin sus servicios.
.- Pués nada, ha comprar bocadillos y agua -en la misma estación- para el viaje, ya que dura más de 9 horas.
Con todas nuestras pertenencias, nos dirigimos hacia el vagón para tomar los asientos correspondientes y ...¡Coño! ¿Por que le habrán puesto el nombre de un poeta si el vagón esta todo pintado con un graffiti? ¿No hubiese sido más acertado llamarlo Picaso, Miró, Ripollés o Dalí? -No es que estos señores fuesen graffiteros, pero sí pintores-.



Ya de viaje y después de comernos un bocadillo al mediodía, nos dirigimos al vagón-cafetería y padimos:
• Dos cortados descafeinados.
El señor que había detras de la barra-bar, nos mira y nos contesta,
• Tendrán que tomárselo con leche fría.
• ¿Fría? -preguntamos con cara de asombro-.
• Sí, fría, pues no tengo con que calentarla.
• Pues déjelo. Gracias.
Y nos volvimos a sentar no sin preguntarme:
• ¿Y el café? ¿Lo traerán en termos desde Barcelona? -algo que no me hubiese extrañado en absoluto-.
Nos acomodamos en los asientos y a esperar que nos pongan alguna película en los videos.
Nada. Vale, escucharemos música. Tampoco. Menos mal que ívamos preparados de lectura y eso fué lo que hicimos, leer.
De los aseos, ni les cuento. De los dos que tenía el vagón, uno no tenía agua para el "inodoro".-Que por cierto no se por que también lo llaman así, porque oler, oler, si que olía y no a rosas.
En los asientos contiguos ivan dos chicas jóvenes, cada una de ellas con un Blackberry, pero me llamo la atención la habilidad que tenía una de ellas para escribir con tan diminuto teclado. Sus pulgares eran finos, como si los hubiese desarrollado a conciencia para tal menester. ¡Jo! Ya quisiera yo tener esa agilidad con el teclado de mi ordenador, pensé. Más tarde hablando con ella me comento que escribía sin abreviaturas y con todos los signos de ortografía. ¡Asombroso!.
Durante el trayecto el tren se fué desmembrando dejando vagones hacia diferentes puntos de Andalucia, quedando solo uno con destino Merida-Badajoz. Más de 9 horas de viaje. Lo bueno de estos trayectos tan largos es que tienes ocasión de conocer gente, buena gente y entablas conversación con ellos, llegando incluso a hacernos amigos al menos durante unas horas.
A medida que el tren se acercaba al final de su trayecto, el número de viajeros fué disminuyendo quedando el vagón casi vacio a excepción de un grupo de jóvenes que también habían aprovechado el "Puente del Pilar" para visitar a sus seres queridos. Ya para entonces la conversación con ellos se había hecho flúida. Conociamos su procedencia, el motivo de su viaje, sus inquietudes, sus nombres, aunque esto último, sus nombres era lo de menos. Podrían llamarse José, o María, o Raul, que mas da, lo importante era su calidad humana, su juventud, sus proyectos de futuro, su simpatía, no les importaba nuestra edad -podríamos ser perfectamente sus padres-, pero daba igual. Nos tratabamos de tú a tú como si nos conociesemos de antaño.
Todos ellos y ellas, así como nosotros, regresaríamos el mismo día y en el mismo tren, por lo que quedamos en vernos en la vuelta y así fué. De nuevo su grata compañía nos amenizó el viaje y el largo trayecto se nos hizo mucho más corto.
Seguramente no nos volveremos a ver y como esto lo sabíamos, quisimos inmortalizar nuestro encuentro y el habernos conocido con una foto.
Me comprometí a colgarla en el blog y aunque no soy partidario de colgar fotos con personas, aquí está.



Gracias por vuestra compañía, por vuestra simpatía y desearos mucha suerte en esta vida.
Gracias.

PD.- Ya en Valencia, en la Estación del Norte, reclamación por escrito de que el tren carecía de las comodidades que ofrecía. Ni cortos ni perezosos nos devolvieron el 15% del importe del pasaje.
RPD.- Dentro de unos días colgaré las fotos de Merida y un poco de su Historia – aunque esta es de sobra conocida-.